Esta vez el problema no es la crisis, que también, sino la subida del IVA al 21%. Se muestre o se intente disimular, la situación económica pesa, y ARCOmadrid sigue sin ser una excepción. Aunque el número de galerías es sólo ligeramente inferior respecto a la última edición (201 frente a 215), se palpa en el ambiente de la que es la feria de arte española por antonomasia que las cosas, sin pintar del todo mal, no van tan bien como gustaría. En cuanto pones la oreja en una conversación ajena cazas al vuelo la palabra maldita.
ARCOmadrid abría justo ayer sus puertas en la Feria de Madrid, y durante los próximos cuatro días hay mucho margen tanto para el éxito como para el fracaso. En lo que respecta a ventas la mayoría de galeristas consultados son pesimistas pero cautos a la hora de hacer pronósticos. ¿Su arma frente a la crisis? Flexibilizar al máximo las formas de pago.
Pero entre el pesimismo artístico general los amantes de lo fotográfico podemos estar moderadamente contentos. Si en años anteriores hablábamos de reconciliación, esta vez podemos certificar que la fotografía no se cuela en ARCOmadrid: la fotografía ya es ARCOmadrid.
Muy lejos quedan ya las imágenes provocadoras por las buenas. Aquí hay fotografía de calidad y sobre todo mucha fotografía social y reivindicativa, algunas pinceladas de reportaje y pocas, muy pocas, fotos desenfocadas.
Retratos de Álvaro Laiz (arriba) y Angélica Dass. |
En nuestro periplo por los dos pabellones que ocupa ARCOmadrid descubrimos los mismos especímenes de siempre. Desde el trajeado hombre de negocios que parece no encajar en el lugar hasta la estrafalaria personalidad que uno no sabe si está de visita o forma parte de un estand. Entre la jauría encontramos una azafata -una de tantas- que se da una pequeña vuelta por la feria. «Algunas fotos me gustan -comenta- pero no pagaría lo que piden por ellas ni aunque pudiera. Quieren llevar el arte a la gente de la calle, pero siguen manteniendo los precios para ricos.»
Conmocionados por semejante ejercicio de sinceridad proseguimos nuestro paseo sin orden aparente, dejándonos llevar entre los amplios -muy amplios- pasillos. Vemos la impactante obra de la siempre destacable Cristina García Rodero, el elegante trabajo sobre la diversidad racial de Angélica Dass y los llamativos cromos de Richard Mosse. Sin duda alguna la fotografía ya no es el bicho raro del arte.
Fotografías de García Rodero. |
La prueba la encontramos unos pasos más allá, en la Galería Carles Taché: una pequeña serie del trabajo de Fernando Moleres colgada de una de las paredes más visibles del estand. El hombre que da nombre a esta galería nos explica que la fotografía, como la pintura o la escultura, es «una de las cualidades que buscamos». Lejos de minusvalorar la imagen fija, Taché es un firme defensor de ella: «Decir que la fotografía es arte de segunda es una irresponsabilidad, una estupidez. La fotografía, de ARCOmadrid, no se va a ir.»
Si tuviéramos que condensar la vertiente fotográfica de ARCOmadrid en una sola palabra hablaríamos de contundencia. En efecto, la fotografía de ARCOmadrid 2013 es dura, impactante. Las obras de Allan Sekula, que recogen los trabajos contra el chapapote del Prestige, o los retratos firmados por Álvaro Laiz son un pequeño ejemplo de ello.
Obras de Mosse (arriba) y Moleres. |
Pero es que incluso la belleza es contundente. Lo certificamos con las imágenes de Ángel Marcos, una pequeña serie de deliciosos paisajes del Gran Cañón que hipnotizan. Son fotografías que «conforman la identidad más placentera de cada uno», explica su autor, «una necesidad de huir de la copia». Respecto a ARCOmadrid, Marcos lo tiene claro: «La fotografía tuvo un ‘boom’ y ahora se está poniendo en su sitio; creo que está perfectamente instaurada en el estatus del mercado del arte.»
Cae la tarde, y aunque son sólo dos pabellones, el laberíntico montaje hace mella en nuestras rodillas. Pasamos la bolsa de la cámara por el escáner de rayos X (no sería la primera vez que desaparece algo) y nos encontramos con una «hipster», cámara en mano, tan de manual que casi parece disfrazada. ¿Qué te ha parecido?, le preguntamos a bocajarro a sabiendas de que los segundos que tarda su bolsa en pasar por el escáner la obligan a contestar. «No está mal… me alegro de no haber pagado la entrada.» Amén.
Ángel Marcos, también presente en ARCOmadrid.